martes, 18 de enero de 2011

Rutina

Como cada día llego y ya estás aquí. Sentada y concentrada, como cada día. Como cada día no te inmutas ante mi presencia y sigo sin conocer tu rostro, como cada día.


Entonces me siento de espaldas a ti, intento en vano ignorarte entre mis quehaceres diarios. Pero hoy algo es distinto, algo ha cambiado, el tiempo pasa más despacio. Sí, puedo ralentizar el tiempo, puedo ralentizarlo tanto que el movimiento a mi alrededor se vuelve imperceptible.

Me levanto, todo parece congelado, cual escena de cine hollywoodiense. Me acerco a tu rostro, pero no puedo, no vislumbro nada. ¿Qué debo hacer? Y yo que pensaba que por fin te iba a conocer… Pero ya vuelva el tiempo del revés, no te desvelas. ¿Qué puedo saber? Tanto desconozco que semejante pregunta se me torna un abismo, no entiendo por qué justo ahora atraviesa mi cráneo cual relámpago. ¿Qué me está permitido esperar?

¿Qué me está permitido esperar? ¿Qué me está permitido esperar? ¿Cómo se supone que me tengo que tomar esto? ¿Por qué no te muestras sin más? ¿Qué me está permitido esperar?

Quizás no esperar nada… sea esperar demasiado…

No hay comentarios:

Publicar un comentario