viernes, 27 de abril de 2012

Coma

Desde hace tiempo vengo teniendo una concatenación de sueños tan reales que, a veces incluso, asusta despertarse. Creo que no soy al primero que el mundo de los sueños llama la atención; es algo tan personal y a la vez tan común que es imposible que en algún momento de nuestras vidas no sintamos su llamada, cual arpía.

¿Quién no ha tenido dudas alguna vez de que lo recién soñado ha sido efectivamente un sueño? Este planteamiento me lleva a bucear por otros derroteros. Recuerdo como he experimentado momentos realmente angustiosos cuando, en medio de la duermevela (y estando mis sentidos aun activos) e intentado despertar con un gran esfuerzo. Ser capaz de ver y oír todo lo que ocurre a tu alrededor pero estando completamente inmóvil es una experiencia terrorífica. Es como si, por unos segundos, sufrieras una parálisis de todo tu cuerpo. Si solo por unos segundos la angustia es tan abismal, no me quiero ni imaginar lo que debe de ser para quien la padece de verdad…

Pero bueno, me estoy desviando, no tenía en mente tomar este sendero. Mi intención era encaminarme a través de la delgada línea que separa el mundo onírico del real (o el que consideramos real). Siempre quedará esa eterna duda de que si tenemos sueños hiperrealistas o incluso sueños donde despertamos de otros sueños, ¿qué nos asegura que no estemos soñando en este instante? Pero sobre este planteamiento ya profundiza lo suficiente la película Origen.

Cómo decía al principio, a veces asusta despertarse. Tenemos la capacidad de, aquellos que anhelamos durante la vigilia, concedérnoslo en los sueños. ¿Se convierte, de esta forma, el dormir en un medio para alcanzar nuestros sueños? Los soñadores tenemos la mala costumbre de permitir a nuestras inseguridades transformar, progresivamente, nuestras ilusiones en pesadillas, tales, que nuestros deseos se pierden en un mar de miedos a ser rechazados.

Llegados a este punto… ¿no resulta mejor seguir soñando?

martes, 17 de abril de 2012

Campaña


No deja de resultarme curioso como a caballo entre el presente y el futuro se encuentra mi pasado. De cómo estar completamente perdido en un sin fin de naufragios.

Hasta entonces, nunca imaginé como con aquel áureo barco trazaría la ruta que me ha llevado hasta donde ahora me hallo, en una travesía que casi alcanza ya los cuatro años.


Aun recuerdo las primeras y azotadoras tempestades. Yo, grumete poco ducho pero muy áspero, anduve lidiando con una amalgama de cazatesoros, cortapisas y piratas; todos ellos bravucones y bien armados.

Pronto me asocié a un poderoso bucanero, capaz de generar las situaciones más inverosímiles y salir airoso de las mismas. Pero este, irremediablemente, cayó abatido tras el primer gran desembarco, causándome un gran estupor y desconcierto. Aún hoy, es menester honrar su recuerdo.


Pasado un tiempo no demasiado largo, surgió una nueva asociación (pero esta vez, con un trasfondo mucho más oscuro y siniestro). A la postre, con esta forjada alianza alcanzaríamos grandes logros: Hazañas como la batalla de Jorox, la expedición siberiana o la cacería del Hada Verde. Tras hacer escala por un largo período, y a pesar del escaso número de tripulantes que los que acabaríamos reuniéndonos, zarpamos en dirección a la que, por entonces, pensaba que resultaría ser la batalla final. Innumerables aventuras nos asaltaron durante el trayecto. Cabe destacar la incorporación de dos féminas ninjas a la Oscura Alianza. De como rescatamos a una de ellas de las garras de la arpía de las ponencias. De cómo nos golpearon sin piedad múltiples nuevas tempestades. De como resultó casi imposible alcanzar la batalla final tras tener que atravesar un continente en tren.

Y de cómo jamás podré olvidar a aquella ninja que me catapultó hacia la victoria. La batalla final fue ardua hasta el último instante pero, de ese modo, la victoria fue mucho más dulce.


Del botín de aquella guerra, mi socio consiguió un nuevo barco y tomar rumbo a otras conquistas. De las ninjas puedo decir que una optó por asentarse en tierra; pero la otra no abandonaría la nave que tan grandes satisfacciones nos había otorgado. Así que decidimos planear una nueva ruta ahora que conocíamos el terreno (o eso pensábamos).

Pronto nos dimos cuenta que el viaje sería largo y costoso; y que nos acechaban muchos más peligros y piratas que en el anterior. Pero entonces, fui afectado por la disentería y no pude salir del camarote durante una semana. Cuando me recuperé, descubrí con asombro que la ninja había decidido abandonar el barco ante la amenaza de los innumerables contratiempos que se presentaban.


Era momento de reunir una nueva tripulación, pues el viaje aun sería muy largo. Entonces recordé a una de las bucaneras más leales y loables que jamás haya conocido. Su trenza era legendaria a través de los cinco océanos. Pronto se nos agregó el pirata Barbarrubia, tras abandonar un barco de mercachifles que apenas se mantenía a flote. Entonces alcanzamos las costas del Vesubio y soltamos anclas. Un nuevo socio se nos unió dada sus excelentes dotes de comunicación.

Durante semanas saqueamos y festejamos nuestra primera y simbólica batalla. De vuelta a alta mar nuevas quimeras nos esperaban, pero todas fueron sorteadas con gran premura y llegamos a puerto. Era hora de reponer fuerzas para lanzarnos a la que pretende ser nuestra última travesía en este magnífico navío de guerra.


Así llegó a nosotros el pirata Lampiño, quién tocaba la cítara como los dioses. Durante meses hemos sufrido fatigas y contratiempos incontables siempre consiguiendo fructíferos resultados. No podemos olvidar nuestra arma más potente: Allegría. Paradójico nombre para tan estruendosa arma.

Y, por fin, nos encontramos ante las cuatro galeras que tanto tiempo estuvimos persiguiendo: Quizz, Naip, Annual y Clinic serán abatidas. Es hora de sentarse, planear la estrategia profundamente y asestar el golpe final.

¿Luego…? ¡La gloria!