martes, 12 de octubre de 2010

Diversión

“Me hace gracia…” ¿Cuántas veces habré usado esa frase en mi vida? Infinidad de veces, y cada vez la uso más. Por ello me han llamado de todo, desde fascista hasta cínico (pasando por despreocupado, inconsciente, intolerante, egoísta y toda una retahíla de bellezas varias). Como argumentos algunos dicen: “Las cosas no son así…”; otros defienden que “hay que implicarse activamente”; incluso unos terceros “apelan a la sensatez, al sentido común” pero yo me pregunto: ¿De dónde sacan su certeza? ¿Acaso no ven ellos también de una forma clara que todo es sumamente falso? Tanto si lo hacen como si no ¿por qué? (Sí, ¿por qué?). Esa pregunta tan antigua y que a tantos escuecen. Esa pregunta que nadie contesta sin reservas y que, a pesar de ello, nadie contempla los actos como irracionales. Todo tiene un porqué al parecer pero nadie quiere/se preocupa/se molesta/se interesa en exponerlo. ¡Ay del que ose decir que no existe ese porqué! Será descalificado (cuanto menos), reprobado, colocado en un sitio preferente de la lista negra de turno. ¡Qué gracia me hace todo eso! (Si me preguntan por qué, quizás todo sea algo irracional, quizás) pero lo importante es que infinidad de cosas cotidianas (y no tanto) me seguirán haciendo gracia, mis motivos tendré la inmensa mayoría de las veces y otras, pues eso, actúo como ser irracional.

En fin, quizás tengan razón, quizás soy un cínico. ¿Por qué? No lo sé.

jueves, 28 de enero de 2010

Casquivana

Fátima se sentía sucia, demasiadas manos habían pasado por ella. Durante toda su vida se había visto asfixiada por un protocolo que su adorada madre Perséfone le había impuesto. Una estructura cercana al rigor mortis que la despojaba de su alma. Mientras, Perséfone se vanagloriaba de ser siempre acariciada por delicadas manos y empujaba aquellas más toscas a los brazos de su tímida hija.

Fátima había crecido, ahora poseía un aspecto mucho más sofisticado, pero ello también produjo un efecto atrayente, siendo insultada, vejada y golpeada; destruyendo la reputación de magnificencia que con tanto esfuerzo consiguió labrarse y viendo como su hija Cloe alcanzaba un éxito con el que siempre soñó.
En ese aspecto Cloe se asemejaba a su abuela porque, aunque manos toscas trataran de vilipendiarla, supo escoger a quien entregarse sin reservas. Fátima envidiaba a su hija, pues aunque formara parte de ella misma, no lograba entender porque carecía de la fuerza y el carácter necesarios para imponerse y declarar en firme donde se encontraba, abandonando de una vez el cobijo del ala de la vieja Perséfone.

Al fin, Fátima comprendió porque su madre le había maltratado. Ahora que se encontraba sola ante el mundo tenía la certeza de que no importaba cuantas obscenas zarpas trataran de echarle el guante, pues ya solo se interesaba por aquellas finas y de bella factura que le trataban con toda la importancia que se merecía…

… y aunque Fátima ahora está sola, solo es feliz ahora.

lunes, 4 de enero de 2010

Siempre

Creación Audivisual destinada al certamen del comité antisida.

Propuesta integradora para tratar un tema que a priori genera tanto rechazo como son los enfermos de sida. Pero no solo queda ahí pues profundiza en otros valores de integración social al incluir palabras en Lengua de Signos Española (LSE) y la prestación para la representación de toda la producción audiovisual de una persona con discapacidad auditiva y su intérprete.

Para ver pincha aquí.